Castellón (1736-1793 ) bautizada el 9 de julio en la iglesia Parroquial. Le otorgaron 11 nombres propios, según consta en la Fe de Bautizo: Isabel, María, Benita, Ramona, Eugenia, Susana, Joaquina, Josefa, Margarita, Magdalena y Antonia.
Hija de Manuel Ferrer, abogado de familia acomodada, y de Magdalena Giner, de ilustre apellido nobiliario vinculado a uno de los linajes más antiguos. Mujer piadosa y caritativa, continuó soltera hasta el final de sus días. Se rodeó del ambiente religioso y clerical. Entre sus personas de confianza y albaceas de sus testamentos figuran miembros destacados de los conventos del dominicos y los agustinos. Entre ellos, Fray José Rocafort, quien nos ha dejado testimonios sobre su vida.
Recibió una dote familiar holgado y suficiente, la que uso en parte para ejercer obras pías sobre todo sociales como la creación de una Casa de Enseñanza gratuita para niñas pobres. Ella misma lo explicitó en su segundo testamento con "la estrechez con que he vivido», para conseguir mi Fundación. Afortunadamente, su patrimonio contaba con tierras de cultivo, algarrobos y viñas en seis de las partidas agrícolas más importantes de Castellón.
Destinó el domicilio particular y el legado familiar como sede de la Casa de Enseñanza, situa en la calle Figueroles. Esta casa soleada contenía hermosas piezas artísticas de imaginería barroca (santos, serafines y corporales), que dio a la iglesia de San Agustín en 1772. Disponía, además, de un oratorio privado. Durante algunos años fue adecuando la vivienda como centro de acogida para las niñas y como albergue de la Casa de Enseñanza. Obra de carácter benéfico y asistencial más que educativo, combinaba la enseñanza de la doctrina cristiana con costura y otras habilidades "de la aguja, bordados, encajes y todo lo demás, que debía conocer una mujer". Su legado entraba de lleno en la forma tradicional de entender la educación femenina. Su Fundación deseaba conseguir una educación honesta y trabajadora para que las niñas «Salgan unas perfectas madres de familia, o unas verdaderas religiosas, según sus respectivas vocaciones». El Consistorio de Castellón mismo calificó la Casa de Enseñanza como una «fundación heroica», donde se alberga 220 niñas en 1785.
Las disposiciones testamentarias de 1778 y 1793 nos hablan de su ideario religioso. Su credo era escolástico, de procedencia teológica, como figura en su encomienda del alma, parte fundamental de sus testamentos. Difería, por tanto, otras actitudes doctrinarias más avanzadas de la Ilustración cristiana española. También los requisitos exigibles a las maestras, en quien caía la responsabilidad de la impartir la doctrina cristiana, primaban, además de la instrucción y de las buenas costumbres, la preferencia de ser beatas de hábito de la Tercera Orden de Santo Domingo, rama laica de la Orden de Predicadores.
Fue contemporánea del obispo Climent , éste fundó con bienes propios en Castellón el Colegio de Huérfanos, para niños y niñas pobres, el 14 de diciembre de 1776. Dos años después, en 1778, Isabel haría lo mismo con 42 años. La inspiración de la Casa de Enseñanza parece encontrarse en las obras pías de Andrés Mayoral, arzobispo de Valencia, en contra del enciclopedismo de la época.
Confió los actos funerarios que quería recibir,en la iglesia Parroquial, posiblemente después de 1794, ya que en esa fecha realizó un donativo inter vivos a sus sobrinos, los Giner. Enterrada en la sepultura familiar con el hábito de santo Domingo del Convento de las religiosas de Villarreal, fue su último deseo de que desde su casa a la iglesia de Santa María fuera llevada por los pobres, por lo que tanto hizo.